Historia
Los Hijos de Bakunin fue nuestra primera compañía de D&D
2ª Edición y la más legendaria con la que hemos jugado.
Eso sí, como compañía primeriza son incontables las
burradas que hicimos con ella. Aunque los miembros míticos son
cuatro (Angorod, Dingor, Jashir y Kushtar) las primeras aventuras empezaron
con un buen número de personajes, manejados por gente que poco
a poco fue desapareciendo (de las partidas, obviamente), y en los últimos
tiempos se unió el personaje de Cedric a algunas partidas (que
llevaba Aurelio).
Todos recordamos la primera partida, dirigida por Isra (Jashir) y en
la que Miguel apuntó en la sección de heridas de la hoja
de su personaje (Angorod) la mítica frase “Maté un cobol”.
Tras lo cual Kushtar, para no quedarse corto, anotó en la suya
"Y yo un esqueleto".
Aunque aún no había salido el Vademécum de los
Reinos Olvidados , este era el mundo en el que jugábamos, usando
los pedazos de mapas que aparecían en las novelas e inventándonos
la mayor parte de las localizaciones. Las aventuras tenían una
continuidad nula, pudiendo situarse una en un extremo de Faerûn
y la siguiente en la punta más alejada. Por esta razón,
así como por la carencia de registros escritos de gran parte de
las partidas (aquello sí era la prehistoria del rol), no podemos
ofrecer una sección de Sesiones para esta compañía,
ya que ni nosotros mismos podemos rastrear sus pasos o hazañas
de forma coherente.
Las primeras partidas, ante la cantidad de gente y la falta de espacio,
se jugaban con todos espatarrados por el suelo (algo no demasiado cómodo)
con personajes que aparecían y desaparecían sin ningún
tipo de explicación. Más adelante, cuando las partidas se
estabilizaron en cuatro personas, la mayor parte de las veces se jugaba
en casa de Emilio (Dingor) quien montaba un tablero de una manera muy
artística en su habitación que hacía las veces de
mesa y nos permitía jugar con soltura y comodidad.
Había una regla no escrita en las partidas: se quedaba hacia las
15:30 pero la partida jamás empezaba hasta las 16:00, aunque estuviese
ya toda la gente presente. El tiempo restante se pasaba contemplando con
fascinación algún juego de ordenador en un 486 (principalmente
el Heretic), con unos gráficos que ahora nos darían
una completa risa.
La Bakunin (lo de los “Hijos” sólo lo usábamos en los momentos
de formalidad) tuvo momentos míticos, como los asaltos a Bajopicachu,
la patética aventura de la posada, las guarradas de Kushtar, las
armaduras de escamas de dragón, etc… Muchos de estos recuerdos
claves se irán introduciendo en la sección de Anécdotas. |